Este fin de semana, los fredenses recrean su episodio más valiente. Un joven reencarnará al aguerrido Capitán que les liberó en el año 1450.
Este fin de semana, los vecinos de Frías recrean un episodio histórico que les ha marcado como pueblo y que ha llegado hasta nuestros días transformado en un evento que cuenta con la declaración de Fiesta de Interés Turístico. Dicen los documentos históricos que el 12 de mayo de 1435 el rey Juan II concedió a Frías el título de ciudad y que el 12 de agosto de 1446 cambió la villa de Peñafiel por Frías con Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro. Fue entonces cuando el conde tomó posesión del pueblo por un portillo del Castillo que todavía se le conoce como «puerta falsa».
Al principio, hubo buenas relaciones entre el conde y la ciudad, pero poco a poco fue retirando los fueros que poseía y subiendo los impuestos lo que colmó la paciencia de los vecinos. En julio de 1450 los hombres del conde cercaron Frías por todas partes y los vecinos nombraron a un joven valiente para que dirigiera la lucha contra el conde.
Este nombramiento y el recuerdo de aquel asedio es precisamente el motivo de la celebración de la fiesta del Capitán. La fiesta se celebraba siempre el 24 de junio, pero por decisión municipal desde el año 1964, se hace el domingo más cercano al día 24 de junio. La vestimenta del capitán, que no se corresponde con la que se llevaba en la época, está compuesta por una chaqueta de los años napoleónicos, un pantalón blanco con insignias de Capitán, sable y gorro.
El programa de actos es amplio y arranca mañana sábado a las 18.30 horas con la reunión en la Calle del Mercado de los danzadores, que tras un solemne baile y acompañados por toda la ciudad, se dirigen hacia el Ayuntamiento bailando por toda la calle la tradicional danza de San Juan.
Una vez en el Ayuntamiento se recoge la bandera y la comitiva se dirige hacia el Castillo donde se procederá al nombramiento del Capitán, tras el revoloteo de la bandera realizado por los aspirantes a ello. Esa es la primera vuelta. El domingo es el día grande de la fiesta y comienza muy temprano. A las 6 de la mañana, los danzantes junto con los gaiteros, al son de una música especial para ello y con el ruido de los cohetes, recorren casa por casa todas las calles de la ciudad, en las tradicionales dianas.
Una vez acabada la diana en la iglesia de San Vicente Mártir se celebra la Misa del Capitán y a su finalización, da comienzo la Segunda Vuelta. La bandera que ondea en el Ayuntamiento es recogida por el Capitán que comienza su camino por las calles de la ciudad hacia el puente acompañado de danzadores, dulzaineros, autoridades, vecinos, visitantes y unos hermosos caballos enjaezados.
Revoloteos de la bandera
Cuando el Capitán llega a la calzada romana, ordena: «¡Chiquillos a las habas y las cerezas!», Y la chiquillería corre a las huertas y fincas a coger dicho fruto. La comitiva llega al Puente Romano y se acercan a la Era de Santa María del Puente, donde el Capitán que hasta ahora había llevado la bandera al hombro, hace una reverencia respondiendo a los vivas de los danzantes quitándose el sombrero y revoloteando la bandera a ras de suelo.
Tras los vitoreos se vuelve a la ciudad por el camino de la Rueda, haciendo otra parada en la Era de San Juan. Seguidamente, hay nuevos revoloteos de la bandera y el final llega a las 18.30 horas con el baile de la tradicional Jota de San Juan y seguidamente se ejecuta el Baile de la Justicia.
Diario de Burgos