Cuentan los documentos históricos que en 1435 el rey Juan II concedió a Frías el título de ciudad y que en 1450, cuatro años después de que el conde de Haro tomara posesión, los vecinos de la localidad, que un principio mantenían buenas relaciones con la autoridad, se sublevaron contra la paulatina supresión de fueros y la subida de impuestos. El pueblo eligió a un joven «aguerrido y valiente» para que fuese el encargado de liderar el levantamiento en un episodio que cambió para siempre este enclave medieval y cuyo gesto se rememora desde 1481 con la llamada hoy Fiesta del Capitán y de San Juan. Ayer fue uno de esos días en los que se recordó la tradición y ésta se hizo un poquito más fuerte.A las 10.30 de la mañana, después de la misa, Jon Casado, el joven de Quintanaseca que este año ha tenido el privilegio de representar al Capitán, aguardaba con sus danzantes en la plaza del Ayuntamiento. Acompañado también por cuatro caballos, danzadores y dulzaineros descendían por la localidad rumbo al puente medieval.El sol de justicia empezaba a castigar a unos danzantes a los que sus atléticos bailes prácticamente les dejaban sin aliento. De cuando en cuando, uno de ellos se acercaba a su líder y gritaban: «A la salud del Capitán y todos sus acompañantes. Que dios le guarde por muchos años. ¡Qué viva!».En un mirador junto al puente medieval se creaba un gran corro para ver al Capitán en el primer revoloteo de la bandera. Un ejercicio aparentemente sencillo, pero de enorme exigencia. Primero por abajo, a ras de suelo, y luego por encima de la cabeza. Sonaban rabiosos los aplausos del público, conocedores de la dificultad, después de cada maniobra. El joven incluso se hizo una pequeña herida en el segundo ejercicio, en este caso en la conocida como era de San Juan.Jon Casado reconocía que había pasado «un poco de nervios, pero luego te sueltas». Pese a haber asistido a la tradición «desde pequeño», era la primera vez que se ponía esa chaqueta de la época napoleónica y se mostraba muy orgulloso por ello. «Es un honor», afirmaba antes de explicar que para manejar la bandera «he ensayado todo lo que he podido».El alcalde de Frías, José Luis Gómez, presumió de «una tradición que mejoraremos porque nos gusta mantenerla y los ciudadanos de Frías la llevan en sus genes. Es algo muy importante para nosotros». Quisieron acompañar al nuevo primer edil, la secretaria general del PSOE de Burgos, Esther Peña, el senador Ander Gil y el concejal del Ayuntamiento de la capital y secretario general de Juventudes Socialistas de Castilla y León, David Jurado.El recorrido hasta la parte alta de la ciudad se completaba con un nuevo revoloteo de la bandera junto al Ayuntamiento. Por la tarde el Capitán bailó con la Capitana (entre los dos eligen a sus danzantes) para después, tras una nueva vuelta, clavar el símbolo en la piedra de la calle del Convento. Frías ya huele a fiestas y a verano. Cuentan los documentos históricos que en 1435 el rey Juan II concedió a Frías el título de ciudad y que en 1450, cuatro años después de que el conde de Haro tomara posesión, los vecinos de la localidad, que un principio mantenían buenas relaciones con la autoridad, se sublevaron contra la paulatina supresión de fueros y la subida de impuestos. El pueblo eligió a un joven «aguerrido y valiente» para que fuese el encargado de liderar el levantamiento en un episodio que cambió para siempre este enclave medieval y cuyo gesto se rememora desde 1481 con la llamada hoy Fiesta del Capitán y de San Juan. Ayer fue uno de esos días en los que se recordó la tradición y ésta se hizo un poquito más fuerte. A las 10.30 de la mañana, después de la misa, Jon Casado, el joven de Quintanaseca que este año ha tenido el privilegio de representar al Capitán, aguardaba con sus danzantes en la plaza del Ayuntamiento. Acompañado también por cuatro caballos, danzadores y dulzaineros descendían por la localidad rumbo al puente medieval. El sol de justicia empezaba a castigar a unos danzantes a los que sus atléticos bailes prácticamente les dejaban sin aliento. De cuando en cuando, uno de ellos se acercaba a su líder y gritaban: «A la salud del Capitán y todos sus acompañantes. Que dios le guarde por muchos años. ¡Qué viva!». En un mirador junto al puente medieval se creaba un gran corro para ver al Capitán en el primer revoloteo de la bandera. Un ejercicio aparentemente sencillo, pero de enorme exigencia. Primero por abajo, a ras de suelo, y luego por encima de la cabeza. Sonaban rabiosos los aplausos del público, conocedores de la dificultad, después de cada maniobra. El joven incluso se hizo una pequeña herida en el segundo ejercicio, en este caso en la conocida como era de San Juan. Jon Casado reconocía que había pasado «un poco de nervios, pero luego te sueltas». Pese a haber asistido a la tradición «desde pequeño», era la primera vez que se ponía esa chaqueta de la época napoleónica y se mostraba muy orgulloso por ello. «Es un honor», afirmaba antes de explicar que para manejar la bandera «he ensayado todo lo que he podido». El alcalde de Frías, José Luis Gómez, presumió de «una tradición que mejoraremos porque nos gusta mantenerla y los ciudadanos de Frías la llevan en sus genes. Es algo muy importante para nosotros». Quisieron acompañar al nuevo primer edil, la secretaria general del PSOE de Burgos, Esther Peña, el senador Ander Gil y el concejal del Ayuntamiento de la capital y secretario general de Juventudes Socialistas de Castilla y León, David Jurado. El recorrido hasta la parte alta de la ciudad se completaba con un nuevo revoloteo de la bandera junto al Ayuntamiento. Por la tarde el Capitán bailó con la Capitana (entre los dos eligen a sus danzantes) para después, tras una nueva vuelta, clavar el símbolo en la piedra de la calle del Convento. Frías ya huele a fiestas y a verano.

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J.M./Burgos

Diario de Burgos