Las consecuencias del temporal de agua, nieve y ahora frío no dan tregua y cada día generan nuevos incidentes, como el ocurrido alrededor de las ocho de la mañana de ayer, cuando cuarenta toneladas de roca y tierra, según los datos de la Diputación Foral de Álava, se desprendieron sobre la carretera de Sobrón, la A-2122, a apenas dos kilómetros del Valle de Tobalina. Una de las cuatro vías de evacuación del Plan de Emergencia Nuclear de Burgos, quedó cortada, de momento hasta el lunes, mientras que una segunda, la carretera BU-504, de La Aldea del Portillo a Busto de Bureba, dependiente de la Junta de Castilla y León continuaba cerrada por la nieve.
El delegado territorial de la Junta de Castilla y León, Baudilio Fernández-Mardomingo, quien ayer visitó Trespaderne, Montejo de Cebas y Frías para ver los daños de las inundaciones, excusó la situación del Portillo señalando que «no hay máquinas que puedan con los ventisqueros». No obstante, horas después, hacia las tres de la tarde, el operativo de carreteras de la Junta de Castilla y León había abierto «un solo carril en el Portillo», como confirmó el alcalde de Frías, Luis Arranz. Se podía circular con cadenas, según la recomendación de la Junta de Castilla y León.
A pesar de ello, el regidor mostró su malestar por la falta de atención a la BU-504, una de las principales vías que los vecinos de Frías utilizan para viajar a Burgos. «Me parece muy mal que siga cortada después de tantos días», señaló el alcalde fredense, mientras que los ediles de Izquierda Unida, Yolanda Arnaiz y Fernando García, fueron también muy críticos y calificaron de «vergüenza» la situación. Aello añadieron la necesidad de dejar «al menos un carril abierto, aún estando parada la central nuclear». Otros vecinos criticaron como es posible que se abrá la carretera de la Diputación, de La Aldea a Barcina de los Montes y Oña y no la de la Junta a Busto de Bureba.
En caso de emergencia nuclear, las alternativas que ayer se hubieran podido tomar para evacuar el área de influencia de Santa María de Garoña hubieran sido la BU-530 en dirección a Trespaderne y la BU-532, que nace de la primera poco después de Barcina del Barco y termina en Pedrosa de Tobalina. Así lo explicó el alcalde tobalinés, Rafael González Mediavilla, quien matizó que «las carreteras de evacuación deben estar abiertas», pero entendió que «no hay motivos para alarmarse en absoluto», al haber otras alternativas.
Por seguridad
En tierras de Álava los operarios de la Diputación Foral de Álava comenzaron a trabajar a media mañana en el machaqueo de la gran roca que se desprendió y en la retirada de parte del material. No obstante, desde la Diputación Foral de Álava explicaron que «ahora mismo se está valorando que trabajos se habrán de realizar para evitar nuevos desprendimientos», por lo que la carretera no se volverá a abrir al tráfico hasta que haya garantías de seguridad. De momento, la decisión de los técnicos alaveses es mantenerla cortada hasta el lunes, pero podrían ser más días, advirtieron.
El desprendimiento se produjo hacia las ocho de la mañana cuando ya habían pasado cerca de dos centenares de trabajadores que acuden a Garoña desde Miranda de Ebro. La fortuna quiso que no hubiera que lamentar víctimas.
A las diez de la mañana aún no se había señalizado el corte de carretera en tierras burgalesas, lo que llevaba a decenas de conductores al pie del desprendimiento, y cuando se hizo, el cartel advertía solo dos kilómetros antes. Numerosos conductores mostraron su indignación por tener que retroceder otra vez más de 25 kilómetros hacia Trespaderne, donde entendían que se debería haber señalizado este corte del tráfico. Asimismo, muchos optaron por la alternativa más corta para ir a Miranda de Ebro, subir al Portillo de Busto de Bureba y, de nuevo, la nieve les dejó sin esta alternativa y desorientados.
A.C. / Medina de Pomar - jueves, 12 de febrero de 2015
Diario de Burgos