Una naturaleza singular y variopinta modelada por el río Ebro advierte al visitante de la magnitud de este lugar enclavado en la comarca de las Merindades

Sab, 06/08/2011

ALBA REDONDO  / Burgos
Los encantos del Valle de Tobalina, de difícil comparación, dan buena cuenta de la cultura e historia que reposan bajo la exuberante naturaleza de esta comarca enclavada en el corazón de Las Merindades.


El río Jerea atraviesa la región constituyendo un paisaje único de gran riqueza. Durante los meses fríos de invierno y coloridos de primavera el sonido del río al quebrarse hacen del sonido del agua un silencio de paz. El Jerea deja en Tobalina parte de su existencia y acaba por conceder al Ebro 45 kilómetros por debajo de su origen. Santuarios, puentes y fortalezas, como la Torre de Lomana, son testigos inmemoriables del paso de este río.
 Y si de naturaleza ha de hablarse, nada mejor que la espectacular cascada en Pedrosa de Tobalina. La conjunción de colores vivos y olores impresiona en una estancia sin igual porque la catarata se fractura en mitad del casco histórico de Pedrosa.
Además, esta variopinta naturaleza que posee el Valle de Tobalina, deleita al visitante con especies tan variadas como avellanos, hayas, tejos, sabinas negras, boj y otras especies como los helechos.
Quintana-Martín Galíndez es la capital administrativa de esta comarca. Se encuentra situada entre la Sierra de Arcena al norte y la Sierra de Pancorbo al sur, a 45 kilómetros de la localidad de Villarcayo y a 89 de la capital burgalesa.
Es de gran interés en Quintana-Martín la Casa-torre de los García- Salazar, una de las pocas que se conservan de la guerra que enfrentó a los Salazar y los Velasco durante el siglo XIV.
Lindando con la ciudad de Frías se encuentran los Montejos. En Montejo de Cebas, el Ebro recorre las montañas antes de introducirse en parajes más verdes y abundantes. El río hace frontera entre este y el de San Miguel. La naturaleza se hace abrupta a medida que el trayecto cruza de norte a sur el tramo entre estos dos pueblos. Muy cerca del casco urbano y en hermandad con el camino en la ladera norte aún perviven los restos de la vieja tejera explotada por los vecinos hasta bien entrado el siglo pasado. Una gran cavidad de piedras sepultada en una pendiente servía de horno para la cubierta roja. También merece especial mención el Museo Etnográfico situado en Montejo de San Miguel.
Está zona de Las Merindades encierra una preciosidad en cada curva de la carretera. La ermita de San Roque y San Felices, el Pópilo de Herrán y la necrópolis de la Peña del Mazo en Parajes;el Monasterio de San Martín de Ferrán en Herrán o los yacimientos del Valle conceden a Tobalina una singular belleza llena de históricos recuerdos.

Fuente de la noticia: 

Correo de Burgos

6 de Agosto de 2011