El símbolo más conocido de la ciudad más pequeña de España, el castillo roquero de Frías, no es inmune al paso de los siglos, como así lo muestran los desprendimientos detectados en la base del peñasco de La Muela, en el que se asienta la torre de homenaje. Pérdida de material que inquieta notablemente a las autoridades municipales fredenses, quienes aprovecharon ayer la visita al lugar del delegado territorial de la Junta de Castilla y León en Burgos, Baudilio Fernández-Mardomingo, para hacerle partícipe de su inquietud al respecto.
Así, tras su llegada a la ciudad, y acompañado del alcalde fredense Luis Arranz, y de varios ediles, el representante del gobierno regional comprobó in situ el estado de la base del peñasco.
Tras explicar al delegado territorial las distintas gestiones realizadas hasta la fecha para dar una solución al aún incipiente problema, Fernández-Mardomingo se comprometió a trasladar el asunto a la Consejería de Fomento.
Buscar financiación
Explicó que ésta cuenta con un servicio técnico cuyos profesionales «podrán elaborar un detallado estudio del estado de la base del peñasco, y apuntar posteriormente, posibles soluciones», afirmó.
Añadió que una vez elaborado el citado informe, se dispondrá de una base sobre la que plantear actuaciones concretas y buscar la financiación de las mismas.
Cabe recordar que el castillo de Frías es uno de los elementos del patrimonio de Castilla y León más conocido, además de estar considerado como una de las fortalezas roqueras más espectaculares de la comunidad Autónoma.
De hecho, su protección como elemento arquitectónico se remonta a abril de 1949, confirmada posteriormente a su vez, por la Ley sobre el Patrimonio Histórico Español que data del año 1985.
El conjunto actual está conformado por una mezcla de construcciones que se remontan a distintos períodos de los siglos XII, XIII, XV y XVI, siendo tras pasar a propiedad municipal en el año 1920 cuando fue habilitado para uso público y cultural.
Con el resurgimiento del turismo de interior el castillo, así como de forma complementaria al impulso del conjunto medieval de la ciudad, la fortaleza se ha convertido en la actualidad, en uno de los puntos con mayor cifra de visitantes de la provincia burgalesa.
Durante la visita de ayer se recordó una curiosa coincidencia histórica en cuanto a los daños que la zona que será objeto de estudio sufrió en el pasado. Se trata del derrumbe de la Torre del Homenaje ocurrida en el año 1830, accidente que causó en aquel momento una treintena de víctimas mortales entre los vecinos de las casas existentes bajo la fortaleza.
La causa de este desplome fueron los daños sufridos por la estructura del castillo fredense tras la voladura de una de las puertas de la muralla defensiva de la ciudad, por parte de las tropas de Napoleón, durante la Guerra de la Independencia. Éste fue así el último conflicto en el cual el emblemático castillo cumplió con su función bélica y defensiva.
Vie, 15/11/2013
G. GONZÁLEZ/ Briviesca