Frías, la ciudad más
pequeña de España
Asentada en un extraordinario paraje natural, Frías es un poderoso imán para
el turismo y la reina indiscutible de la comarca de Las Merindades.

Frías, la ciudad más pequeña de España

Asentada en un extraordinario paraje natural, Frías es un poderoso imán para

el turismo y la reina indiscutible de la comarca de Las Merindades.

Frías es uno de esos lugares a las que “hay que ir”,

porque no pilla de camino a ningún sitio, pero no

siempre ha sido así. En la Edad Media era un paso

natural de la meseta castellana hacia el norte

de la península, lo que explica su impresionante

puente fortificado sobre el Ebro, el único autorizado

en la zona durante el reinado de Alfonso VIII para el paso

de animales y gentes.

La estrategia de la época convirtió a Frías en un asentamiento

importante y el viejo bastión, tal vez de origen musulmán,

se actualizó y amplió hasta convertirse en un castillo roquero

de primer orden capaz de garantizar la seguridad de sus habitantes

y la estabilidad en la linde fronteriza.

Esta localidad burgalesa, alejada y mal comunicada con la

capital, tuvo fueros propios, privilegios tributarios y, ya en el

Siglo XV, Juan II le otorgó el título de ciudad. La ganadería y

la agricultura, unidas al comercio, la hicieron desarrollarse y

crecer hasta alcanzar, allá por el 1600, más de 2000 habitantes.

Pero el tiempo y el progreso fueron, poco a poco, limando

sus beneficios e importancia, si bien respetaron su trazado

medieval y su aspecto antiguo, lo que le ha valido diversos

 

títulos, desde Conjunto Pintoresco a Conjunto Histórico y, re-

cientemente el de “Pueblo de Cuento” concedido

por la prestigiosa revista norteamericana Condé

Nast Traveler.

En Frías hay que ver el castillo, las casas colgantes,

y pasear por sus calles medievales. También

hay que acercarse a la Iglesia de San Vicente, más

interesante por dentro que por fuera y con una peculiaridad,

pues para contemplar su pórtico románico

hay que desplazarse a la orilla del río Hudson

en Nueva York, al recinto donde el Metropolitan

Museum atesora claustros y pórticos medievales

españoles.

La ciudad de Frías fue cuna de emigrantes por

los avatares de la historia, que la fueron despoblando

hasta diezmarla y en época de vacas flacas,

con el ocaso de la agricultura y la ganadería,

muchos fredenses, como señala un impreso municipal,

destacaron “Por su carácter emprendedor

y colonizador, desplazándose a América en busca

de fortuna”.

En este siglo, ya sin fueros propios, privilegios

tributarios ni arciprestazgo, Frías mantiene la cabeza

alta y muestra los méritos atesorados a lo

largo de los siglos, ejerciendo como poderoso

imán con su urbanismo, su gastronomía o la peculiar

“Fiesta del Capitán”, que se celebra en junio

y conmemora el levantamiento popular contra el

Conde de Haro, quien “poco a poco fue quitando

los fueros, además de ir subiendo los impuestos,

lo que colmó la paciencia de los vecinos, que se

negaban a pagarlos cuatro años después de haber

perdido sus libertades”.

Carlos Ortega

 

Fuente de la noticia: 

Revista Carta de España. Febrero 2014. Carlos Ortega