Joseba San Miguel, vecino de Montejo de Cebas, que como otra familia duerme en una casa de turismo rural de la localidad desde las pasadas inundaciones, mostraba ayer al presidente de la Diputación, César Rico, y al delegado territorial de la Junta, Baudilio Fernández-Mardomingo, la imagen desoladora de su casa. Devastada por los casi dos metros de altura que el Ebro cogió en esta localidad tobalinesa, el frío le impedía secar paredes y enseres. Muchos ya estaban apilados fuera esperando un camión del Ayuntamiento para llevárselos.
Como tantos otros afectados, este hogar carecía de seguro. Joseba está en paro y «un mes por otro», no lo contrató. «Es inimaginable como subió el río», describió este joven que vio como algunos vecinos salían de casa con el pijama mojado. En Montejo de Cebas se inundaron 50 viviendas, según los cálculos municipales, la mayoría segundas residencias. En Frías se inundaron unas 35.
En el camping de Frías no había clientes, pero podría haberlos estos días. Los dueños de sus 180 módulos acuden a la localidad casi todos los fines de semana del año. Pero las instalaciones se han quedado sin la infraestructura que daba agua potable y electricidad a las parcelas y el restaurante. El río se llevó toda la escollera que la protegía y una porción de unos quinientos metros cuadrados de ribera, lo que ha dejado casi al borde de un precipicio una parte del camping. Su gerente, Juan Ramón Ford, insistía ayer a los políticos en que precisa apoyo para que la CHErestaure la ribera y tanto Rico como Fernández-Mardomingo le prometieron hacer gestiones.
En el camping de Frías, muy pocos módulos tenían seguro, pero su responsable confiaba en la pronta recuperación de los daños, porque contabilizaba solo diez como los más afectados. Admitía que en el de Trespaderne los desperfectos son mayores entre sus 76 módulos. José Novo, su gerente, también mostró los daños con la vista puesta en que haya soluciones cuanto antes para dar una rápida respuesta a sus clientes.
Otros, como Leo Mijangos, de la empresa hortícola fredense Inveflora, ya daban por perdida una cosecha y valoraba los daños en más de 30.000 euros. Lamentaba, como todos los afectados que la CHEno avisara de lo que llegaba para salvar maquinaria o vehículos que se han perdido. «Entramos con el agua al cuello», describió. Como él, ninguno de los alcaldes de los municipios afectados recibieron aviso de las inundaciones, al contrario de lo que afirmó la pasada semana el presidente de la CHE, Xavier de Pedro.
A.C. / Montejo / Frías - jueves, 12 de febrero de 2015
Diario de Burgos