En la historia reciente de Frías hay un episodio cinematográfico del que todos hablan pero que curiosamente nadie parece recordar con nitidez a pesar de que hoy día sigue muy presente en forma de escenificación dirigida exclusivamente a los turistas. El curioso hecho es el rodaje en el año 1959 y para una producción cinematográfica italo-española de uno de los pasajes más famosos del Lazarillo de Tormes, aquel en el que el pícaro roba vino con una pajita al amo ciego.
«Se rodó en el Lagar de los Tobalina», explican desde la Oficina de Turismo de la ciudad «y poco más sabemos aunque llevamos tiempo intentando buscar documentación o imágenes de aquel momento». Lo que sí se sabe es que la película la dirigió César Fernández Ardavín y que el niño actor se llamaba Marco Paoletti. En el Centro Virtual Cervantes (www.cervantesvirtual.com) está disponible un artículo de la investigadora taiwanesa Luisa Shu-Ying Chang, doctora en Filología Española  por la Universidad Complutense de Madrid, en el que analiza y compara la obra literaria con el trabajo fílmico de Ardavín llegando a interesantes conclusiones. Además, en el texto nombra claramente a Frías como uno de los lugares de rodaje y también cita a Lerma, Toledo, Salamanca y La Alberca.
Para la autora, el film es «más amable» que la obra original argumentando que «en la novela, el mundo de Lázaro se proyecta desde la sencillez infantil hasta la madurez del adulto, y el protagonista experimenta una evolución psicológica y física, mientras que el Lazarillo del cine se porta de un modo más inocente, más encantador, sin mucha bellaquería y digno de compasión». Además, apunta que en el cine parece que Lazarillo sale de casa en busca de aventuras y no se vislumbra ese tono miserable y humilde que se ha descrito la novela.

un espíritu más noble. «El cine ha embellecido al protagonista y a los personajes, e incluso ha elevado el espíritu noble en contraposición a la baja categoría social a la que pertenece esa galería de tipos (ciego, capellán, alguacil, escudero, buldero...)», dice. En su opinión, «el pícaro no tiene tendencia a ser un pícaro propiamente dicho, y los amos despiden virtudes humanas de cuando en cuando». La profesora también explica que «al arreglar los elementos religiosos, se nota que el director ha moderado el aspecto negativo de la Iglesia. La novela Lazarillo de Tormes ha sido llevada al cine dos veces. La primera en 1925 bajo la dirección de Florián Rey y la segunda, en 1959 por César Fernández Ardavín.
Esta última versión ganó el Gran Premio Oso de Oro en el X Festival de Berlín (1960) y ese mismo año el Jurado del Círculo de Escritores Cinematográficos le calificó como mejor realizador del año y a su obra fílmica como la mejor película, la mejor fotografía y la mejor música.

Fuente de la noticia: 
M.J.F. / Frías - domingo, 15 de julio de 2012
Diario de Burgos