La impresionante riada que sufrió Frías durante los últimos días del mes de enero tras el desbordamiento del Ebro ya cuenta con una primera estimación de los daños causados según el Consistorio de la ciudad. Así, sin incluir los sufridos por particulares y agricultores, se ha alcanzado los 3,4 millones de euros , de los cuales cerca de la mitad corresponden a los desperfectos en el camping. Concretamente, se han cuantificado en la instalación daños por un valor total de 1,6 millones de euros, mientras que los propietarios de los módulos han calculado sus pérdidas en 1.2 millones. Los 450.000 euros restantes corresponden a las estimaciones hechas por los propietarios de estas instalaciones, quedando pendientes de evaluar los efectos en las zonas de cultivo -118 hectáreas- así como en las viviendas repartidas por la zona inundada.
El alcalde fredense, Luis Arranz, confirmó estas cifras mostrando especial preocupación por el camping, «que necesitará una actuación muy grande y rápida para no perder su importante papel en el turismo de la ciudad».
Arranz también afirmó que hasta el momento «solo sabemos de parte de las instituciones las ayudas que dará la Diputación Provincial», ya que «nadie nos ha dicho nada más».
En ese sentido, aseguró que -junto a los representantes de los pueblos afectados en Las Merindades- está a la espera de ser recibido en la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) para tratar la situación originada por la crecida.
En el caso de la ciudad fredense, la reunión es de importancia capital, dado que el agua destruyó parte de la ribera en la zona del camping, por lo que su restauración es imprescindible para la reconstrucción de la infraestructura.
Cabe recordar que tras un mes de la gran riada y del desbordamiento registrado, la pasada semana nadie se puso en contacto ni con el Consistorio ni con el titular de la instalación, que lentamente intenta recuperar los servicios a sus usuarios. La legislación vigente atribuye de forma exclusiva a la CHE la responsabilidad de determinar si se reconstruye la zona desaparecida de la ribera o si se toma otra medida para poder iniciar la reconstrucción de las infraestructuras de servicios de la instalación.
De optarse por la segunda opción o su consolidación, se requeriría una amplia actuación de retirada de los árboles caídos, además del uso de maquinaria pesada para rellenar el vacío dejado por el agua, lo que condicionaría el funcionamiento de la instalación durante las obras.
Gerardo González/Briviesca 02/03/2015
Correo de Burgos