En los últimos cinco años se ha trabajado en las fortificaciones de Frías, Oña y Poza para hacerlas más atractivas y visitables.

 

La puesta en valor de las construcciones militares existentes en los municipios de Oña, Frías y Poza, que forman la mancomunidad Raíces de Castilla, comenzó hace un lustro.  Cabe recordar que La Bureba en general fue escenario de incontables hechos bélicos desde la época romana por su estratégica ubicación geográfica. Esto ha dejado un ingente legado de infraestructuras militares que según los lugares, ha pasado de su práctica desaparición a su excelente estado de conservación Las localidades que conforman la mancomunidad turística Raíces de Castilla, Oña, Frías y Poza, son ejemplos de este pasado bélico tanto en conservación como en conocimiento de sus épocas más violentas. Con el objetivo de recuperar esta parte de su pasado y añadirlo a su catálogo de atractivos que despierta el interés de los visitantes se procedió a una serie de actuaciones en ese sentido. Así, la localidad que menos conserva estos elementos, Oña, comenzó un ambicioso proyecto de recuperación de la antigua muralla defensiva que circundó el milenario monasterio onienses. 
Actualmente es posible ver una parte de la misma tras ser demolidos varios edificios que la cubrían lo que, en su parte positiva, la ha protegido de su desaparición durante siglos. 

Pese a ser visible una pequeña parte resulta de una singular importancia dentro de las construcciones militares burebanas. Contra lo habitual no formo parte de la red de fortalezas medievales de la comarca sino para la protección del monasterio de San Salvador casi tres siglos después de su fundación. 
Frías, unas 25.000 visitas
Concretamente fue construida tras el saqueo del lugar por el Príncipe Negro en 1367, y el entonces abad del monasterio, Sancho Díaz de Briviesca, amuralló la parte más sensible del entorno monástico. En la parte totalmente opuesta queda el conocido castillo de Frías, cuyo interior ha sido recorrido por más de 25.000 visitantes y en el que apenas ha sido necesario actuar salvo para mejorar la seguridad de los visitantes. 
Debido todo ello a que los fredenses han mantenido a lo largo del tiempo una recuperación sostenida tanto en los elementos más destacados como en su entorno incluidos los primitivos accesos desde el puente porticado.  En un estado intermedio se encuentra la otra fortaleza de la mancomunidad, el castillo de Poza, donde se ha actuado para que no se perdiera este elemento clave del pasado bélico de La Bureba. 
Esto es así ya que se trata de uno de los castillos que más hechos de armas ha conocido desde su primera construcción además de haber albergado ilustres prisioneros. En el primer caso se estima que ya fue el lugar escogido por las tribus ibéricas antes de la invasión romana y desde esa fecha, según se ha comprobado por las excavaciones arqueológicas, lugar clave en la protección de las salinas. La actual comenzó a construirse en el siglo IX, al mismo tiempo que otras de la comarca siguiendo los avances de la Reconquista. Los datos aportados por el estudio de los restos la mayor parte de los que se conservan actualmente corresponden a los siglos XIV, XV y principios del XVI. 
Respecto a lo segundo, que muestra el importante papel de la fortaleza pozana para la Corona de España, se tiene constancia de que en 1528 sirvió de prisión por orden del emperador Carlos V a los embajadores de la Liga Clementina.

Fuente de la noticia: 

El Correo de Burgos

Gerardo González / Briviesca - Dom, 27/01/2013